(SALE MAL)
Estados Unidos.- Tremendo comediante tenemos esta noche, señoras y señores. No es ningún bromista, hablamos del joven guionista en ascenso, conocido por sus amigos como Orson Welles. Esta peculiar promesa del medio radiofónico voló las cabezas de todos, al menos de los que sintonizaron la transmisión por radio el jueves por la noche.
Si usted vivía bajo una piedra, quizá no se enteró sobre el pandemónium que todos sentimos la noche del 30 de octubre. Caos. Pánico. Comunismo. Sed de miedo y sed del mal se podía sentir en las calles. Lo que era un segmento nombrado “La Guerra de los mundos”, historia de ciencia ficción de Herbert George Wells, terminó por convertirse en la mejor ansiedad colectiva de nuestro siglo.
Orson Welles, sin dar un poco de aviso, comenzó una espeluznante historia que nos recuerda a la primera imagen en movimiento del cine. Un tren de frente a la cámara que nos rememoró el miedo a morir. La historia se repite. Un nuevo proyeccionista en la sala, una nueva historia, nuevas mentes por inquietar.
Ante los eventos suscitados, la humanidad recuerda el episodio como un mito, como una alegoría del ascenso de las historias. Había nacido el primer bromista, el troll, la fake news original. Shakespeare decía que ya todo está inventado, pero Orson Welles puso la punta del iceberg para todos.
Para el mundo, bienvenido el terror.