Campo de cultivo de los paleontólogos.- Un “estudiante” lleva 33 años sin poder graduarse de la universidad, modificando así y para siempre el concepto de “fósil”.
Se trata de un sujeto de nombre Max Mendoza, quien tiene 52 años de edad y fue líder de un movimiento estudiantil en 1989 en Bolivia, y desde entonces, ahí sigue metido en la Universidad Tomás Frías de Potosí para orgullo de sus padres.
El problema de este fosil ejemplar estudiante es que en diversas ocasiones ha sido demandado por supuestamente (evidentemente) haberse beneficiado de programas dirigidos a estudiantes a manera de un salario consistente 21,860 bolivianos mensuales (alrededor de 63 mil pesos mexicanos) que el Estado le da al productivo sujeto.
Además de “estudiar”, Max lleva todo estos años siendo presidente de la confederación universitaria, y ha reprobado al menos 200 materias en el tiempito que lleva matriculado como universitario.
Mendoza incluso ya ha sido demandado penalmente por cargos de enriquecimiento ilícito, peculado, conducta antieconómica y beneficio en razón de su cargo, y el juicio está en curso, lo que ha provocado que se inicie una investigación pues se sospecha que Max no es el único universitario quien lleva un estilo de vida similar a costa del presupuesto educativo.
Ya nos imaginamos las platicas que tiene cuando consigue una cita con alguien en Tinder y le preguntan qué hace en la vida:
“Pues sigo estudiando. Hay que seguir preparándose toda la vida, ¿no crees?”, ha de contestar el sujeto quien lleva 8 censos respondiendo lo mismo respecto a lo que genera para el PIB nacional.
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