Banca al lado del lago.- Un anciano de 94 años construyó una alberca en su jardín para que todos los niños de su barrio pudieran nadar en ella.
Semejante acción filantrópica se da luego de que Keith Davison (nombre del sujeto) perdiera en 2016 a su esposa Evy a causa del cáncer. Tras 66 años de matrimonio (este punto es todavía más asombroso que la construcción de piscinas públicas), el adorable señor sufrió una terrible soledad que intentó curar con una alberca dedicada a los morritos.
Como es evidente, el sujeto que fue juez durante su vida, sufrió de tristeza y soledad a raíz de la partida de su esposa, y tras varios días de tristeza y noches de lamento, decidió poner una alberca en su casa en donde pudieran entrar gratis los niños de su barrio para volver a escuchar “ruido” en su casa.
Una vez construida, invitó a los hijos de su vecina a que fueran a nadar cuando quisieran, cosa que al principio pensaron que era broma, pero al ver que hablaba en serio, le tomaron la palabra, corriéndose la voz en todo el vecindario para que los niños acudieran al lugar en una versión moderno de “dejad que los niños jueguen, dejad que vengan a mí”.
“Adoptó a todo nuestros niños del vecindario, estos son sus nietos”, asegura una de las vecinas que por fin pudo sacar a sus hijos de casa.
Con 10 metros de largo, trampolín y hasta 3 metros de profundidad, el lugar se ha convertido en el favorito de todos los niños, y de él mismo ya que ha vencido a la soledad con los chapoteos ajenos.
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