Transilvania sedienta.- Lo que alguna vez fue el hogar de Vlad El empalador, quien logró ese sobrenombre por precisamente empalar a sus enemigos capturados en la Rumania del Siglo XV, y después se convirtió en la leyenda del Castillo de Drácula, es ahora un centro de vacunación para los turistas y ciudadanos de Rumania.
A diferencia de México, donde la vacunación va por edades y seguro los veinteañeros terminarán vacunándose cuando tengan 40, en Rumania cualquier ciudadano puede vacunarse, pero lo que son las ironías de la vida: muchos rumanos no creen en las vacunas y el índice de infectados nomás no disminuye.
Fue entonces que el gobierno creyó que la mejor idea para incentivar el turismo y terminar de una vez por todas con el maldito covicho y el miedo a las vacunas, es convertir el Castillo de Bran o conocido por todos como Castillo de Drácula, en centro de vacunación, para que la gente ponga flojito su brazo y tengan un pinchazo que haría estremecer de emoción al mismísimo Conde Drácula.
Una de las turistas señaló la facilidad con la que logró vacunarse: “Estaba por el área y cuando vi que podías visitar el castillo y además vacunarte sin sacar cita, directamente vine para acá y me tomó muy poco tiempo. Fue una experiencia muy buena”.
Además, todos los vacunados reciben un certificado a nombre de la persona como ‘Prueba de valentía y responsabilidad por haberse vacunado’ además que esperan verlos nuevamente en el castillo dentro de 100 años. En una de esas viven para siempre a cambio de necesitar beber unas gotas de sangre de vez en cuando.
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