Dios te salve, oh, genio Snyder
Hollyweed.- Del director de 300, Watchmen y Mi mamá también se llama Martha, llega Zack Snyder’s Justice League, la versión más larga, oscura y definitiva de aquel churrazo que lanzaron en 2017. Así como el esperpento de Joss Whedon terminó por sepultar el mundillo cinematográfico de DC, el metraje de 2021 acaba de revivir no solo esta franquicia, sino la carrera de Snyder, la industria del cine y la vida de miles de chavitos sin novia.
Es bien sabido que Snyder no pudo completar su visión de Justice League en 2017 por una tragedia personal y porque, para sorpresa de nadie, los mandamás de Warner Bros decidieron darle un tono más juvenil. Tras el fracaso, este 2021 se acomodaron las cosas para que Snyder acabara su chamba, básicamente porque el cine ya no es el gran negocio que era antes de la pandemia. Sin olvidar a los miles de troles del internet que por fin se unieron para algo de provecho.
La película es tan buena que su trama es repetitiva: un malo se propone conquistar el mundo y un grupo de superhéroes se une para impedirlo, igualito que en Avengers. Sin embargo, la maestría de Snyder no se expresa en lo que se cuenta sino en cómo se cuenta, pues una trama que pudo pasar en 10 minutos se alarga 200 horas gracias al uso de la cámara lenta. Los chavitos adictos al TikTok dirán que esto es aburrido, pero a los que llevamos un año sin ir al cine a ver peleas entre mamados entallados y monstruos de CGI, nos sabe como un buen vino.
Revisaremos ahora cuáles son las decisiones que vuelven a Zack Snyder’s Justice League la película más importante del año, de la década y de la historia del cine mundial:
Está dividida en capítulos
Así como Lars Von Trier divide sus películas en capítulos para hacerlas más pretenciosas, Zack Snyder logra lo mismo y de paso la hace más llevadera para millones de millennials que no pueden pasar 10 minutos sin ver su celular.
La música está así como que más padre
En lugar de los guitarrazos chavorrucos que usó Whedon, Snyder usa música nórdica para presentar a Aquaman, cantos gregorianos para acompañar a Diana y un titipuchal de canciones que se parecen a “Hallelujah” pero no son “Hallelujah”.
¿Ya dijimos que está en cámara lenta?
Sigan burlándose, pero la tensión y distención del tiempo es una herramienta cinemática que el genio Snyder usa para convertir una secuencia de acción en una pintura en movimiento.
El colorcito
A diferencia de los colores llamativos de Joss Whedon, a Zack Snyder le faltan dos rayitas para que su versión sea completamente en blanco y negro. De hecho, Superman sale con traje negro, lo cual provocará en los seguidores de superhéroes el único orgasmo de sus vidas.
Uff, mira nomás ese formato
¿Fui el único que notó que el formato de proyección (o aspect ratio) está en 4:3? Esto, además de generar una sensación de cercanía al consumirla por streaming, permite que se vea más mamalona y que algún día la pasen en la Cineteca.
Las actuaciones
Más que actuar, los actores posan. Esto es bueno, ya que no representan personajes, sino mitos, dioses encarnándose a través de la cultura pop. Destaca Sad Affleck, quien toda la película tiene cara de compungido, como si Ana de Armas lo acabara de cortar.
Hay buenos m@drazos
Bastó con echarle dos pesitos más al render, quitar las escenas de Superman con el bigote recortado, añadir a Darkseid, dos secuencias más y un par de linternas verdes para darnos el festín de acción del año. Una lástima que Amber Heard, quien según los fans es capaz de romperle dos dedos y tres costillas a Johnny Depp, no haya podido con Stepenwolf.
Snyder, sin miedo al multiverso
Snyder es un jefazo a la hora de castear actores para sus personajes secundarios. Sin embargo, sabemos que esto de los multiversos es una mina de oro para los estudios y no dudamos que le saquen más jugo en el futuro al Duende Verde, Dr. Manhattan y Ozymandias de viejito.
Conclusión
En definitiva, el corte de Zack Snyder de la Justice League termina por elevar el cine de superhéroes a Gran Arte, pues el director se roba recursos de grandes maestros como Sergei Eisenstein (batalla contada a varios puntos de vista), Carl Dreyer (uso dramático del primer plano) o Enrique Segoviano (el trucaje visual como recurso estilístico de autor) para ponerlas al servicio de la misma historia babosa y sin sentido de siempre.