Gracias, Diego
Argentina.- En una villa nació, fue deseo de Dios, crecer y sobrevivir a la humilde expresión. Enfrentar la adversidad
con afán de ganarse a cada paso la vida. En un potrero forjó una zurda inmortal con experiencia sedienta ambición de llegar.
De cebollita soñaba jugar un Mundial y consagrarse en Primera, tal vez jugando pudiera a su familia ayudar…
A poco que debutó “Maradó, Maradó”, la 12 fue quien coreó “Maradó, Maradó”. Su sueño tenía una estrella llena de gol y gambetas… y todo el pueblo cantó: “Maradó, Maradó”, nació la mano de Dios, “Maradó, Maradó”. Sembró alegría en el pueblo, regó de gloria este suelo…
Carga una cruz en los hombros por ser el mejor, por no venderse jamás al poder enfrentó. Curiosa debilidad, si Jesús tropezó, por qué él no habría de hacerlo. La fama le presentó una blanca mujer de misterioso sabor y prohibido placer,
que lo hizo adicto al deseo de usarla otra vez involucrando su vida. Y es un partido que un día el Diego está por ganar…
A poco que debutó “Maradó, Maradó”, la 12 fue quien coreó “Maradó, Maradó”. Su sueño tenía una estrella llena de gol y gambetas… y todo el pueblo cantó: “Maradó, Maradó”, nació la mano de Dios, “Maradó, Maradó”. Sembró alegría en el pueblo, regó de gloria este suelo…