Ciudad de la Esperanza.- El mame artístico ahora tiene que ver con una interrogante que polariza a la cada vez más intelectual sociedad mexicana: ¿el graffiti es arte? Recientemente, Avelina Lésper, la crítica más importante no sólo del arte, sino de la vida, acaba de legitimar que la firma que el artista urbano y contemporáneo, “Zombra”, pintó sobre ese mural que les importa a los fresas es, aunque usted no lo crea, arte.
Según Avelina Lésper, el trabajo que Zombra impregnó sobre el mural que la artista Sarah Anderson hizo para Pictoline es un arte mayor al de la obra original, pues primero que nada recuerda el status primigenio del mural de Anderson: el arte callejero y su constante cambio.
Así era antes de que Zombra lo llegara a arreglar:
En segundo lugar, Avelina Lésper considera que el mural planteado por la empresa Pictoline y su campaña Internet Walls, que lleva a artistas que publican sus trabajos en la red a las calles, es una obra que gentrifica la zona, o sea que nomás se hizo para subir el nivel y las rentas de la colonia. En ese sentido, el Zombra es como Robin Hood del arte.
Por último, Avelina Lésper informó que esta obra de Zombra es tan importante y simbólica que cambió completamente su definición del arte, por lo que dejará de llamar farsantes o hampartistas a la gente que presenta obras como las famosas cubetas de agua de Zona Maco.
En la sociedad mexicana moderna, el arte ya no es un tema menor que le conciba únicamente a los académicos y mamadores que buscan comprar cosas caras para adornar sus mansiones. En el futuro no muy lejano, podremos recordar el revuelo que se generó por la exposición de Yayoi Kusama, misma que requería horas de fila o comprar reventa con los franeleros.
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