¡Zorro, no te las lleves!
Iztapalapa – Desde hace algunas semanas, los comerciantes de la Central de Abasto lanzaron una alerta por un peligroso ladrón que ronda las inmediaciones del lugar. Lo curioso del asunto es que este ladrón robaba exclusivamente manzanas, lo que confundió todavía más a vendedores, marchantes, güeritos, güeritas y autoridades por igual.
Luego de peinar la zona en busca del malechor, la única pista que encontraron las autoridades fue una nota escrita que decía: “El Ladrón de Manzanas” y un sello de su figura.
Por si esto no fuera lo suficientemente extraño, comenzaron a llegar reportes de maestras de primaria a las que les robaron las manzanas que les regalaron sus alumnos. Lo mismo de los habitantes de la heróica Zacatlán de las Manzanas, que reportaron haber sufrido a este ladrón.
El ladrón acorralado…
Maestras, vendedores, pobladores de Zacatlán y veganos amantes de las manzanas se organizaron para acorralar a este amante de lo ajeno. Armados con antorchas y un amor al sabor de las manzanas, peinaron cada centímetro de la Central de Abastos sin mucho éxito, sólo lograron ver lo que parecía ser la cola de un zorro y huellas de patitas en el lugar. Aw.
Luego de horas buscando y ya con el ánimo por los suelos, una voz salió de los altavoces del lugar:
“Soy yo, el ladrón de manzanas… se preguntarán por qué los he reunido aquí”, dijo desde las bocinas y ante la sorpresa de todos. “Lamento que me hayan confundido con un criminal, pues soy más bien un benefactor… Sí, tomé las manzanas, pero fue para crear un elixir hecho a base de manzanas dulces y ácidas con el balance perfecto de 4.5% de alcohol”, dijo el misterioso criminal mientras soltaba una risita siniestra.
En cuanto terminó su monólogo clásico de villano, las luces regresaron al lugar y revelaron un verdadero tesoro. Ahí, frente a la turba enardecida, había una dotación enorme de cider Ladrón de Manzanas. Latas y botellas resplandeciendo como joyas preciosas, conteniendo ese verdadero elixir.
Todos se quedaron perplejos ante dicho tesoro. Estaban anodadados, impactados, es-tupe-factos. Nunca nada los había unido de esta manera, así que decidieron relajarse un rato y gozar de tan sabrosa bebida.
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