México.- Federico del Valle y Pliego, ilustre mexicano de Hermosillo, Sonora, emigró este lunes a la Ciudad de México, en busca de un clima menos cálido y de una temperatura menos calcinante, puesto que su dermatólogo le solicitó que no se expusiera tanto a los rayos del sol norteño.
“Váyase para México, allá está haciendo frío y va a sentir fresco”, recomendó el doctor a Federico, y señaló en el mapa del país un pequeño lugar al centro del territorio en forma de bolillo. “Nomás tenga cuidado de no respirar tanto al aire libre porque hay mucho smog”, agregó el dermatólogo.
En consecuencia, don Federico llegó a la Ciudad de México con dos suéteres, un impermeable y un abrigo para soportar las bajas temperaturas que azotan a la chilanguiza desde principios de mayo; además de un tapabocas, su propio tanque de oxígeno y un diccionario Chilango-Español, Español-Chilango para poder comunicarse exitosamente con los nativos de Tenochtitlan.
“Pos sí está fresquecillo, hay sol pero ni calienta nada”, comentó Federico mientras se abotonaba el abrigo y caminaba por la plancha del Zócalo donde varios chilangos se asoleaban y derretían poco a poco, dejando un charco de sudor en el piso.
A las pocas horas, Federico del Valle abordó el Metro y aseguró que allí sí se sentía menos frío, y hasta le dieron ganas de quitarse el suéter, pero un extraño olor (que después descubrió que se llamaba pasuco) hizo que permaneciera completamente abrigado y con tapabocas por miedo de contagiarse de dicho aroma.
“No’mbre esto ni es calor, allá en el norte sí está muy fea la cosa”, expresó don Federico y aseguró que la Ciudad de México sería un paraíso para los norteños, salvo porque hay muchos chilangos y porque la carne de la capital sabe a puro cartón.
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