Centroamérica.- Las caravanas migrantes que intentan cruzar México para llegar a gringolandia han dado mucho de qué hablar las últimas semanas, pues la discusión por este tema nos ha dejado ver que los mexicanos somos el Donald Trump de Latinoamérica.
Así como el presidente naranja de Estados Unidos, pero en morenos y más chaparros, muchos mexicanos han declarado que nos vendría bien poner un muro en al frontera con Guatemala, para impedir que delincuentes hondureños ingresen a nuestro país, ya que nos podríamos llenar de inseguridad.
Sin embargo, nadie se ha puesto en los zapatos de los inmigrantes y no sabemos qué cosas vivan en su país para tomar la decisión de recorrer el continente sin dinero, así como ellos tampoco saben lo que vivimos en México pues han querido venir a este lugar tan corrupto.
Es por eso que aquí te presentamos el ciclo de vida de Rigoberto Hondureño, un migrante que ha pasado por un difícil camino para ver que ningún otro lugar del planeta es tan absurdo como el país en donde hacen tacos de lo que sea.
Rigoberto Hondureño es un joven de 33 años que está harto de los altos indices de inseguridad y desempleo en su país, hasta que un día, después de escapar corriendo de unos asaltantes, se entera de que si caminas hacia el norte del continente americano puedes llegar a un lugar en donde todo el mundo tiene sobrepeso por el exceso de dinero y alimentos. Entonces, junto a otros compatriotas, decide decirle adiós a su país.
Después de planearlo todo a medias, como buen latinoamericano, Rigoberto ya se encuentra listo para subirse ilegalmente al tren favorito de Donald Trump, la Bestia, y así comenzar el camino que le cambiará el destino de su vida; ya no llegará a Los Ángeles, ahora se quedará en algún lugar de México.
Al llegar a Guatemala, se topa con que los mexicanos no le abren las puertas a ningún refugiado político, sólo si son de Europa, por lo que se ve obligado a aplicar la misma de los mirreyes sin dinero cuando exigen su entrada al antro: juntarse con sus amigos para realizar un tradicional y efectivo portazo.
Ya en tierras mexicanas, se topa con los policías de este hermoso país, quienes de manera muy educada tratan de cometer todo tipo de abusos contra los inmigrantes. Rigoberto es sometido por un par de oficiales obesos adictos a las garnachas, y estos lo tratan como si fuera el peor criminal desde el Chapo Guzmán.
Después de tener la valentía de soportar varias horas en México, Rigoberto junto a la caravana migrante es fotografiado por varios periodistas, y momentos más tarde se vuelve tendencia en Twitter. Su fama es tan grande que hay mexicanos que lo odian y otros que lo aman al grado de olvidarse de sus propios problemas para ayudarlo.
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Ya lo sospechaba desde que puso el primer pie en México, pero Rigoberto no imaginaba que los niveles de pobreza y mala educación fueran tan elevados en este lugar. Siempre creyó que el sueño chilango sí era de verdad.
Ahora intenta escapar de México y acelera su paso para llegar más rápido al sueño americano, el cual no es como el sueño chilango. Pero al llegar a Estados Unidos, decide tomar un trabajo como chofer en el cual, al segundo día, lo detienen por no traer licencia, por lo que la policía gringa decide deportarlo.
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