Esta conserje ganó un premio de literatura y tú todavía no acabas la tesis

Es más intelectual que cualquier millennial

La Uni.- Para no acabar la tesis existen miles de excusas, y los millennials siempre tendrán más que nadie. Los jóvenes de hoy en día no pueden terminar lo que empiezan y aseguran que la escuela y la literatura son un invento del pasado que ya no funciona en este siglo.

Pero para Caitriona Lally (quien afortunadamente no es de la generación millennial) la universidad y las letras son sueños que le dan motor a su vida. Ella es madre soltera y trabaja como conserje en una escuela de Irlanda para mantener a su pequeña hija. Y este año ganó el Premio Rooney de Literatura en donde usualmente recoge pura basura.

El jurado dijo que la obra es “un impresionante alcance creativo, ingenioso, sutil y muy impredecible” y que “además revela una visión artística que jamás alcanzarán los millennials”.

De lunes a viernes se levanta a las 4:45 de la mañana para llegar a las 6:00 a la escuela y ponerse a trabajar lavando pisos de los salones en donde jóvenes maleducados de Irlanda (ya vimos cómo son en Trainspotting, aunque sean de Escocia, la colonia de al lado) dejan su cochinero.

El premio llegó en el mejor momento para esta mujer que mientras trapea los pasillos de la universidad, no dejaba de soñar con una carrera en letras, mientras que en la U.N.A.M. los estudiantes toman los salones para fumar marihuana. 

“Había tenido un día muy difícil, me levanté temprano para ir a limpiar y regresé a casa agotada para atender a mi bebé, quien no se quería dormir. Entonces recibí una llamada en donde me informaban sobre el premio”, declaró la conserje que dejó en ridículo a todos los universitarios.

Tal parece que la película Mente Indomable

de Matt Damon no está muy alejada de la realidad, pues esta es una historia bastante similar. Lally pasó de limpiar salones a dar conferencias en ellos, uniéndose a la lista de los personas más prometedoras de Irlanda.

Su premió fueron 10 mil euros y promoción de su novela Eggshells en todo el continente, algo con lo que un millennial no podría ni soñar.