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11 leyendas urbanas que siempre nos creímos pero nunca fueron verdad

Desde mensajes subliminales hasta que Pikachu era del diablo

México Nostálgico.- Durante los años 90, surgieron infinidad de leyendas urbanas que se complementaban a la perfección con los tiempos pre internet, y por ende, la imposibilidad de verificar lo que circulaba de boca en boca pues en Encarta no aclaraban eso.

Eran tiempos donde todo estaba lleno de mensajes subliminales, cosas satánicas y droga incrustada en alimentos, y aunque pudiera parecer como una era oscura, teníamos en su esplendor a Scorpions, the Cranberries y las películas de los hermanos Coen, así que no, no eran tan malos años.

Estas son las más irrisorias leyendas urbanas que todos los que vivimos en esa época, nos creíamos:

1.-Las calcomanías de los chicles tenían droga adictiva que nos provocaba comprar más chicles.

2.- Había agujas infectadas con VIH en los asientos del cine (hasta llegábamos revisando).

3. Ronald McDonald tiene vida y se mueve dentro de las tiendas (y para probarlo, enseñaban un vídeo borroso tomado a 100 mts de la banca en donde se veía como Ronald giraba la cabeza).

4. En Halloween le ponían navajas a los dulces, entonces como niños noventeros y crédulos ahí andábamos chupando con cuidado no fuera a ser que nos saliera un filero en la tutsi.

5. Había una opción en Microsoft Excel para abrir un juego diabólico llamado ‘The Hall of Tortured Souls’, y hasta circulaban las indicaciones. El juego supuestamente era tipo “Quake”. Obvio, nadie lo vio.

6. Las canciones de Gloria Trevi tenían mensajes ocultos y casi todos decían ‘¡Obedece!’.

7.  Thalía se quitó dos costillas por eso estaba así de delgada. Rumor inventado por doñas come conchas.

8. ‘Los Pitufos’ son del diablo, y Gargamel un enviado de Luzbel.

9. Un tazo (el de Elvira de los Tiny Tunes
) había cobrado vida saliéndose del tazo y matando a un niño por asfixia. Sí, eran tiempos oscuros.  10. Las latas de Pepsi tenían restos de rata. A lo mejor era lo que le daba sabor.

11. Había un ropavejero que se llevaba niños que jugaban en los parques. Lo creíamos a pies juntillas y cuando veíamos uno pasar, corríamos a nuestras casas.

Adolfo Santino

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