México.- Ahora que se acerca el periodo de campaña electoral, muchos se preguntarán, ¿y qué le sucede a un político antes, durante y después de la campaña? Aquí te mostraremos su transformación, explicándote, paso por paso, cuáles son los hechos que lo llevan de ser un individuo angelical hasta convertirse en un prófugo o un preso.
Quizás existan diferentes destinos dependiendo qué tipo de político es. Pero, más o menos, la historia siempre es la misma. Eso lo hemos aprendido con cada campaña. Quizás a algunos les va más mal que a otros; pero casi todos corren con la misma suerte: el desprestigio y las malas opiniones de los ciudadanos.
Veamos, entonces, cómo se logra la metamorfosis de un político corrupto. Guarda esta noticia para que tú mismo, en un par de años, compruebes que era cierta. Veamos:
1. El momento de ser el elegido: Después de mucho esfuerzo y muchas influencias, llega la hora en que un político se revela como candidato.
2. La dadivosidad desmedida: Entonces comienzan los regalos, las despensas, las tarjetas de salario rosa, las gorritas y playeras, las promesas de campaña… en fin, grandes y conmovedores actos de generosidad.
3. El contacto cálido con la gente: Además, el candidato idóneo necesita tomarse fotos con la gente común. En este momento de su campaña, se le nota alegre, atento, con una gran capacidad de escuchar y una sonrisa carismática. Todo eso habrá de terminar en pocos meses.
4. El día del triunfo: Finalmente, el candidato se convierte en diputado, senador, delegado, presidente municipal o gobernador. Entonces declara algo profundo como: “hoy ha ganado México”, que en realidad significa: “hoy se me olvida todo lo que les prometí” [inserte aquí risa macabra].
5. Los años de su gestión: Aquí sólo existe en la mente del funcionario una poderosa frase: “sí merezco abundancia, sí merezco abundancia, sí merezco abundancia”.
6. La inconformidad: Mientras pasan los años de su gestión, algunas personas lo llegan a increpar. Sin embargo, el político ha desarrollado una especie de sordera que no le permite saber quién le habla.
7. Los negocios turbios: Poco a poco, el político va consumiéndose por la maldad. Si no tiene las palancas suficientes o si su partido piensa que es importante “sacrificarlo”, tendrá que dar alguna explicación de ciertas irregularidades, desvío de fondos y casos de corrupción.
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