Ah numá
La Roma, goe.- Llega el momento en la vida de todo becario de El Deforma en que es necesario darle una repasadita a la generosa barba de diez pelos que Dios nos dio para sentirnos bien hipsters, únicos y detergentes. Uno de nuestros becarios se dirigió a su barbería de confianza para que le dejaran una barba muy chingona tipo Karl Marx, Venustiano Carranza y Changoléon, y se encontró con los tubos que dan vueltas:
Don Ramiro, dueño del changarro y excelente barbero, le dijo a nuestro joven becario que tomara asiento. El ingenuo becario no contuvo su curiosidad y le preguntó al barbero: “Oiga, don Rami, ¿usted sabe por qué en algunas peluquerías y barberías ponen esos tubos que dan vueltas?” A lo que el dueño respndió: “Siéntate, mijo, te voy a contar… ah chingá, ya estás sentado… bueno, te voy a contar una historia”.
Ésta es la historia, querido lector. Puede checarla, puede leerla sin compromiso:
“En la Edad Media los barberos no sólo éramos barberos, sino también dentistas sacamuelas, cirujanos y curadores en general, o sea, éramos bien bergas. Ahí llegaban los caballeros andantes a darse una retocadita en la barba y aprovechaban para sacarse alguna muela que los molestara”
“Además de sacar las muelas, muchos clientes iban a las barberías para que les hicieran lo que te viene siendo una sangría, o sea que te sacaban el mole para curarte, o a veces hasta te ponían sanguijuelas para que tu chuparan la sangre mala… ¡pura tecnología de punta, mijo!”
“Cuando te sacaban todo el mole de una vena, te pasaban un tubo para que te agarraras de allí por si te daba el soponcio, después te vendaban y, al cabo de un rato, te quitaban la venda toda llena de sangre y la enrollaban en el tubo de donde antes te habías agarrado. Y, pum, así se hacia el efecto bien chido de espiral de los tubos de ahora, nomás que antes sí era sangre de a de veras.”
“Al final colocaban el tubo con el vendaje ensangrentado en la entrada de su changarro pa’ que vieran que allí se hacían curaciones. Y ese símbolo prevaleció por los siglos de los siglos hasta ahora.”
“Ah, y ahora el tubo tiene color azul, rojo y blanco porque un día los ingleses se pusieron de mamones y dividieron a los cirujanos de los barberos. Para distinguirlos, les pidieron a los cirujanos que pusieran un tubo con color rojo y blanco, y a los barberos un tubo con color azul, rojo y blanco…”.
“Y ésa es la historia, jovenazo. Así que cada vez que vea uno de esos tubos recuerde que el color rojo significa el rojo de la sangre que los barberos le sacaban a sus clientes. Y ahora, no se mueva, que le voy a cortar la barba…”
Nuestro becario regresó conmovido a las oficinas de El Deforma. Nos contó esta increíble historia, después la corroboramos en nuestra sangrada Wikipedia y vimos que, efectivamente, don Ramiro dijo la puritita verdad. Y con esa misma impresión, les compartimos esta historia para que tengan de qué hablarles a sus crushes en la primera cita y se hagan los interesantes.