México.- Juan Pérez Godínez, un mexicano entusiasmado por las grandísimas ofertas del Buen Fin, el día de ayer celebró haber terminado de pagar una pantalla de muchas pulgadas la cual sacó a 24 meses sin intereses durante el Buen Fin de hace dos años, “¡por fin la tele es mía!”, exclamó mientras veía los nuevos televisores de este año debido a que el suyo ya está algo descontinuado.
Para su fortuna, y para la fortuna de muchos mexicanos que, como Juan Pérez compramos nuestros cacharros a incómodas mensualidades, existe un fin de semana donde los precios, según nos informa la publicidad, son muy, pero muy bajos.
Existen teóricos de la conspiración y personas aguafiestas que dicen que todo esto no es verdad, que el Buen Fin no existe, que son los papás, y que durante el año todo es carísimo y en el Buen Fin sólo los precios no están tan elevados… Pero, bah, eso es puro rumor.
Decíamos que, por fortuna, el Buen Fin es un periodo de unos cuantos días donde la gente puede aprovechar para comprar lo que tanto anhela. Las grandes empresas, en su infinita generosidad, nos ofrecen mensualidades sin intereses para poder adquirir todo aquello que hemos deseado con nuestro corazoncito.
Fuentes desconfiables aseguran que está científicamente comprobado que lo que compremos durante el Buen Fin nos ayuda a llenar nuestro vacío existencial. Amén.
Y ésta es la razón por la que Juan Pérez se ve tentado en comprar un nuevo televisor. Espera ansiosamente a que abran las tiendas de autoservicio para él ser el primero en aprovechar los beneficios del Buen Fin.
El entusiasmado Juan asegura que incluso comprará algunas cosas a 96 meses sin intereses para satisfacer sus gustos tecnológicos, “porque cuando uno es pobre, pero tiene tarjeta de crédito, se puede dar ciertos lujos”, concluyó.
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