No choqué, me chocaron
México.- Todos aquellos que han conducido un auto saben lo vergonzoso o indignante que puede ser un choque (ya sea que lo hayas dado o que te lo hayan dado). Sin embargo, nuestra mente suele defenderse encontrando los pretextos más absurdos. Aquí te presentamos una lista con los pretextos más conocidos, en aras del primer aniversario de Wibe, para que te defiendas con la frase:
“¡A mi nunca me ha pasado!”
1. Cuando te pegan de sorpresa
Haya sido tu culpa o no, siempre te puedes amparar en las leyes de la física. De acuerdo con principios científicos, tú eres el centro del universo. Por lo tanto, cualquier cosa que afecte tu armonía no es culpa tuya, sino de los demás.
2. Cuando dejaste tu rastro por toda la avenida
En caso de que choques y hayas dejado los restos de tu auto y de la calle a lo largo de la avenida, puedes echarle la culpa a los objetos que se interpusieron en tu camino. El poste, un gato o una abuelita, son los pretextos perfectos.
3. Cuando lo hiciste por salvar vidas
Los héroes no siempre llevan capas. En ocasiones llevan autos deshechos. Si chocaste y deshiciste la calle a tu paso, recuerda decir que fue para conseguir un objetivo más noble: salvar la vida de niños, ancianos o animales.
4. Cuando ya es demasiado tarde
Si ya dejaste daños colaterales y hasta gente herida, échale la culpa a tu auto o a un error técnico. Para mantener tu historia, demanda a la empresa automotriz por daños a terceros.
5. Cuando tu seguro te respalda
Cuando pagas seguro, hacer uso de él puede no ser sólo una opción, sino también una obligación. Si vas relajado y tienes tiempo libre, es momento de desquitar ese dinero extra que has pagado durante dos años y recibir algunos beneficios como la reparación en agencia.
6. Cuando ibas revisando el feis
El uso de la tecnología es uno de los principales motivos de accidentes automovilísticos. Si te cacharon dándole like al video de la mamá Chewbacca justo en el momento de tu choque, no habrá de otra que invocar la verdad:
7. Cuando te echan bola
Llega un momento en la vida en el que tienes un accidente tan aparatoso que es imposible salir bien parado. Cualquier pretexto será tan tonto, que lo mejor es deslindarte de la propiedad del auto. En dado caso terminarás en el corralón, pero la vergüenza será menor.
